domingo, 31 de enero de 2010

Crece el interés por aprender a hablar lenguas originarias

Si bien aún es poco usual que los institutos de idiomas en Buenos Aires enseñen lenguas originarias, hay algunos espacios que ya ofrecen esta alternativa y tienen cada vez más interesados. Como el Centro Universitario de Idiomas (CUI) de la UBA, que en tres años multiplicó por ocho el número de alumnos de quechua, mapuche y guaraní.

El programa de lenguas originarias comenzó a dictarse en 2006 con una matrícula de 30 personas. Mientras que en 2009, la cifra de inscriptos ascendió significativamente para sorpresa de los organizadores y llegó a 258 alumnos. En 2009, para el curso de quechua se registraron 164 estudiantes; para el de guaraní, 77, y para el de mapuche, 17.

"Lo curioso es que gran parte de la difusión de estos cursos es de boca en boca. Son los mismos alumnos quienes los promueven y además no desertan; están enganchados con las clases y las actividades culturales", dijo la coordinadora de lenguas originarias del CUI, Mónica González Thompson.

No hay límites, ni rangos de edades específicos para estas clases. "Tengo alumnos muy jóvenes, que recién terminaron la secundaria, hasta personas de más de 70 años. Todos con motivos diferentes", explicó el profesor de mapuche Tulio Cañu.

Tulio es originario de la comunidad mapuche y hace varios años que enseña en distintos centros culturales y, desde 2006, en el CUI. "Mi idea siempre fue revalorizar nuestra cultura a través del idioma y, al pensar algo adaptado para el guariache (la gente de ciudad en mapuche), surgió el proyecto de este curso", relató el docente.

Pero la tarea no le fue tan sencilla. Para enseñar mapuche no se cuenta con bibliografía específica en las librerías, por lo que Tulio y el staff docente de la institución idearon materiales didácticos y un diccionario de 2000 palabras con el que los alumnos estudian.

"Parece viejito, pero es que está bastante usado", dijo Elpidia Carrasco, de 69 años, mientras mostraba el diccionario mapuche que lleva en su cartera. "Yo soy gulu mapu (del otro lado de la Cordillera en mapuche) y siempre quise estudiar mapuche, por mis ancestros. Pero por falta de tiempo no lo hice antes, por eso ahora aprovecho", comentó Elpidia, quien nació en Temuco (Chile) y hace más de 50 años que vive en la Argentina.

Edgardo Hager, de 39 años, no es descendiente de ninguna comunidad originaria -es más, sus ancestros son alemanes-, pero no duda en resaltar el valor que tiene para él aprender la cultura del país desde las lenguas autóctonas. "Sin darnos cuenta, en Buenos Aires usamos un montón de topónimos mapuches. Desde los nombres de algunas ciudades, como Cariló, que significa «médano verde»", comentó Edgardo.

Extranjeros en el propio país
Con el curso de guaraní sucede algo similar: los alumnos buscan rescatar la lengua que aún se practica en una vasta región de la Argentina, en especial en el litoral. "Muchos son descendientes y otros vienen por un interés antropológico, para aprender la fonética y poder comunicarse con personas de la comunidad", explicó el profesor Ignacio Báez, quien es avaguaraní, de Paraguay.

María Cristina Anari es una de sus alumnas y contó que para ella es un desafío estudiar guaraní. "Es el sexto idioma que estudio, pero el guaraní es uno de los más difíciles. Soy porteña y siempre tuve alguna afinidad con esta lengua; me interesa entenderla y así conocer el idioma originario de mi marido", afirmó.

Según el docente y Marta Saldivia, una estudiante oriunda de Entre Ríos, la enseñanza de esta lengua no se promovió durante mucho tiempo. "Que ahora haya una mayor apertura por enseñar esta lengua y que se respete el origen de nuestra cultura es significativo", dijo Marta.

"Nos parecía que era una obligación, desde el punto de vista ético, realizar estos cursos que buscan sumergirse en diferentes culturas a través de la lengua. A veces nos parecen extranjeras, pero se hablan en nuestro territorio, por eso nos debíamos un programa así", sostuvo el director del CUI, Roberto Villarruel.

Las clases de quechua, guaraní y mapuche comienzan en marzo y ya están abiertas las inscripciones. En la ciudad de Buenos Aires, el Centro Cultural Rojas dicta clases de quechua. Y en el conurbano, la Universidad Nacional de La Matanza enseña guaraní, quechua y aimara.


Por Silvia Barrojo.
Diario La Nación, 31 de Enero de 2010

jueves, 28 de enero de 2010

Crean una carrera para estudiar cuál es el origen del odio étnico

¿Por qué los nazis detestaban a los judíos? ¿Por qué los hutu odian a los tutsi en el centro de Africa? Nunca se ha estudiado a fondo el origen del odio entre personas, según Jim Mohr, de la Gonzaga University, que está desarrollando una nueva carrera académica enfocada en ese tema. El objetivo es explicar una condición que afecta a la humanidad desde que en la época de las cavernas un individuo miró con recelo a otro."¿Qué genera ese sentimiento de odio?", pregunta Mohr, director del Institute for Action Against Hate (Instituto por una Acción Contra el Odio) de Gonzaga. "¿Y cómo se puede combatir eso?''. Gonzaga fundó el instituto hace una década, luego de que algunos estudiantes negros recibieron cartas con amenazas. También comenzó a publicar un periódico de estudios sobre la intolerancia y el odio ("Journal of Hate Studies"), organizó una conferencia sobre el tema y ofreció este año su primer curso sobre el odio.La esperanza es que otras universidades la imiten, dijo Ken Stern, del American Jewish Committee (Comité Judío Estadounidense) en Nueva York, que participó de la iniciativa. "Queremos abordar el tema del odio desde una perspectiva más inteligente", dijo.Stern, quien lleva 20 años luchando contra el antisemitismo, dijo que la necesidad de estudiar el tema se hizo más acuciante con la aparición de organizaciones como Aryan Nations), que florecieron en esta región hace algunos años. De inmediato surgió un movimiento de resistencia, pero que no supo cuál era la mejor forma de combatirlo, afirmó Stern.Gonzaga, una universidad jesuita, tiene cinco profesores de distintas disciplinas que ofrecen clases sobre el tema. Kayla de los Reyes asistió a una de esas clases y dijo que la información que recibió la horrorizó y al mismo tiempo le dio esperanza. "El odio es una de las emociones humanas", manifestó. "Todo el mundo odia en un momento u otro. Hay que aprender a controlar ese sentimiento". La idea es crear un centro académico donde se puede emplear una cantidad de disciplinas, incluidas historia, psicología, estudios religiosos, antropología y ciencias políticas, para analizar el odio. Iniciativas de este tipo a menudo generan polémicas. Hay quienes dicen que se trata de formas de atacar las estructuras de poder dominantes. "Se tiende a dar por sentado que el culpable es un típico hombre blanco", declaró Glenn Ricketts, de la Asociación Nacional de Académicos. El número más reciente del Journal of Hate Studies contiene artículos sobre la opresión de los gays, los experimentos de los nazis con los judíos, la guerra contra Aryan Nations, que postula la supremacía de los blancos, y el apoyo de los milicianos musulmanes a los atacantes suicidas.Heather Veeder, quien trabaja en el instituto, dijo que la organización tiene una misión importante: "El odio florece en sectores que no han sido iluminados por la educación", declaró. Stern opinó que resulta demasiado fácil atribuir el odio a la ignorancia. La gente puede tener muchos conocimientos sobre algo y odiarlo, destacó. El problema es cuando una persona o un grupo pueden privar de su humanidad a otra persona o grupo, catalogándolos de 'distintos'", dijo Stern. "Los deshumanizamos y justificamos la violencia en su contra", afirmó.


Fuente: Spokane, Washington, EEUU. AP
Diario Clarín, 12 de Enero de 2010