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domingo, 15 de agosto de 2010
En un torneo mundial de ciencia premiaron a 5 chicos argentinos
Una molécula. No es el fútbol con amigos ni la fiesta del sábado que viene lo que desvela a este chico de 17 años, nacido en Concordia, Entre Ríos. Augusto Niez Gay está desde las 8 AM con el ojo clavado en el microscopio: una molécula le quita el sueño y sólo planea parar para almorzar –porque se lo pide la edad–. Ese entusiasmo lo llevó a ganar el segundo premio en microbiología de la Feria Internacional de Ciencia y Tecnología, celebrada en mayo en California, y también a calificar para asistir a la próxima cena anual de los premios Nobel en Estocolmo, donde Mijail Gorbachov, por ejemplo, lo escuchará hablar sobre sus proyectos.
Pero más interesante es lo que hizo: caminó hasta el embalse de Salto Grande, tomó una muestra de agua y la analizó. Descubrió que el nivel de cianobacterias –unos microorganismos capaces de generar toxinas– era más alto de lo que permite la OMS y que eso era un riesgo para los habitantes de su ciudad, que beben de esa reserva. Con esos resultados, el municipio aplicó políticas para mejorar la calidad del agua. Augusto está terminando el secundario y tratando de responder otra pregunta clave: ¿A qué dedicarse de grande? “Será algo relacionado con esto”, explica desde el laboratorio de toxicología de la Universidad de La Plata, donde hace una pasantía. “Bioquímica o biotecnología”, arriesga.
Igual que Augusto, alumno del sexto año del colegio San José Adoratrices, dos estudiantes secundarios de Tandil y otros dos de Villa Carlos Paz se hicieron preguntas y las respondieron con el mismo rigor científico. El resultado fue una actuación destacada, entre 1600 proyectos de todo el mundo, en la feria internacional de California. Todos volvieron con premios por los que ahora se babean padres y profesores de escuela.
Una tarde de lluvia en Tandil, Sol Paskvan y Lucas Gille, dos compañeros del Colegio San Ignacio, salen a recoger las gotas del cielo. No es una acción poética: pocos días después, descubren que las partículas de suelo seco que viajan en las nubes hasta su ciudad elevan el ph del agua de lluvia, tornándola tan alcalina como en China o la India. Por ese trabajo recibieron una mención de honor de la Sociedad Estadounidense de Meteorología y el tercer puesto en la categoría de Ciencias del Ambiente de la feria de California. “Siguiendo un protocolo, en el laboratorio del colegio, medimos el nivel de ph en las muestras de lluvia. Así vimos que los valores eran muy altos”, explica la estudiante de 17 años. “Rastreamos imágenes satelitales para ver de dónde provenían las nubes que precipitan en Tandil y descubrimos que la mayoría se forman en Córdoba. Seguimos esas nubes, hicimos un balance iónico y vimos que los componentes de esas gotas provenían de suelos del oeste del país.” Juan Velazco tiene dos certezas: que será astrónomo y que es capaz de medir la distancia entre la Tierra y la Luna. Diseñó un método para lograrlo junto a su compañero, Lucas Conci, y recibió en California el tercer puesto en Física y Astronomía y una mención de honor para el país. En 2009, como también pasó con los casos anteriores, habían sido premiados en la Feria Nacional de Ciencias. “Ahora –dice Juan, incansable hasta el final– queremos crear un centro de promoción de la física y la astronomía para estudiantes secundarios”. Ni más ni menos.
Por Gonzalo Sánchez
En Diario Clarín, 15 de Agosto de 2010
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