Calculadoras, diccionarios, libros y la tabla de elementos químicos son algunos de los útiles que, en pleno verano, ocupan bolsos y mochilas de muchos adolescentes. Es que el índice de los que se llevan materias a marzo (o febrero en algunos casos) llega hasta el 45 por ciento entre los alumnos porteños y hasta el 37 por cienta entre los estudiantes de la provincia de Buenos Aires, según informes suministrados por los ministerios de Educación de ambas jurisdicciones.
Las cifras alarman a las propias autoridades. "La responsabilidad de que los chicos se lleven materias a marzo no es sólo de ellos. Todos somos responsables del fracaso escolar", dice la subsecretaria de Inclusión Escolar y coordinadora pedagógica del gobierno de la ciudad, Ana María Ravaglia.
La directora provincial de Educación Secundaria, Claudia Bracchi, coincide con Ravaglia. "Distintas cuestiones son las que comprometen la enseñanza, además del compromiso de los estudiantes", aclara Bracchi.
A ambas funcionarias les preocupa y "ocupa" que en los primeros años en especial los alumnos adeuden asignaturas. Entre las materias que más reprueban figuran en los primeros lugares matemática, lengua, biología, inglés e historia.
Si se considera que una hora de profesor particular puede llegar a costar entre 30 y 60 pesos, además de un dolor de cabeza para los padres, prparar tantas materias se convierte en un desafío costoso.
"Los primeros años son los más problemáticos, dado que el adolescente debe adaptarse a un nivel de estudio muy distinto del de la primaria, en la que la maestra tiene un trato más personalizado", explica Ravaglia.
"Hay muchas materias. Un joven cordobés cursa 15 materias en forma simultánea, mientras que uno de Maryland cursa ocho. ¿No deberíamos reducir la cantidad de materias y aumentar la profundidad de lo que se estudia en cada una de ellas?", se preguntó el director de la Fundación Centro de Estudios en Políticas Públicas (CEPP), Gustavo Iaies, licenciado en Ciencias de la Educación.
En la secundaria, la evaluación de las materias crea cuestionamientos entre los docentes y los funcionarios de los ministerios de Educación. "Hay que repensar qué se pone en juego cuando se evalúa a un adolescente", dice Bacchi.
"Es necesario cambiar la mirada y priorizar la calidad de lo aprendido sobre la cantidad de materias que no se aprueban para pasar de año, por ejemplo", reflexiona Ravaglia.
Con respecto a la diferencia de alumnos que deben materias entre la ciudad y la provincia, los especialistas consultados señalan a la exigencia de la evaluación como principal causa.
"Llevarse materias no implica aprender menos. Si comparamos la provincia con la ciudad, aparece un porcentaje mayor de alumnos que se llevan materias en la última, cuando los resultados de aprendizaje de esta jurisdicción son mayores y la deserción es menor", señala Iaies.
"Lo que pasa es que no entiendo lo que me explican en clases y me cuelgo. El profe explica muy rápido y me cuesta seguirle el ritmo", cuenta Facundo Ramírez, que prepara tres materias de 4° año.
Facundo tiene 17 años y es alumno del Colegio Nacional de Buenos Aires, pero ésta no es la primera vez que tiene que estudiar en verano.
"Todos los años me llevé materias; en tercero tuve que rendir ocho", recuerda. "Renegamos todo el año por esto. Lo acompañamos durante todo el proceso, pero se le hizo un hábito y cuesta conseguir que lo modifique", explica Daniela Beledo, madre de Facundo.
Bajo presión
Daniela y su profesor particular, José Galante, consideran que Facundo es muy inteligente, pero entre todas sus actividades no llega a organizarse durante el año. "Consigue cumplir los objetivos bajo presión, parece, porque no puede ser que durante tres meses logre aprobar todo lo que durante el año no hace", sostiene Daniela.
Por otra parte, Teresa Smoler encuentra otra explicación para la situación de su hija Micaela, quien debe rendir tres materias entre febrero y marzo para aprobar primer año: "No estudió durante todo el año. Probablemente, porque fue el primero".
Micaela tiene 14 años y va a la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegini. Cree que por vagancia se llevó seis materias, tres de las cuales las aprobó en diciembre. Ahora, se está preparando en un instituto, en Matemática, Geografía y Lengua.
Bolsillos en rojo
Como Facundo y Micaela, miles de adolescentes deben tomar clases particulares en verano, lo que representa un gasto extra para las familias. En esta ciudad, luego de algunas consultas realizadas por La Nacion, la hora de clase cuesta entre 30 y 60 pesos.
Por lo general, los docentes recomiendan tomar clases particulares entre dos y tres veces por semana, con uno o dos meses de antelación a la fecha de examen.
"El tiempo que requiere un estudiante depende del estado de conocimiento, las materias que se lleva y las condiciones de cada chico. Pero, como mínimo, se necesitan dos semanas", asegura Yamil Santoro, profesor de Ciencias Sociales y director del instituto SAP (Soluciones Académicas Profesionales).
Galante, también docente de matemáticas y coordinador de apoyo del instituto Cursiva, reflexiona: "El sistema de enseñanza y evaluación de la secudaria predispone al estudiante que deje todo para último momento. Es necesario que aprenda a organizarse. Así se evitaría que se preocupe por estudiar cuando ya no le queda tiempo y desapruebe durante el año".
Córdoba: el 67% se llevó asignaturas
En diciembre de 2009, en Córdoba, un 67% de la matrícula de los colegios públicos y privados no promovió alguna asignatura, según datos del Ministerio de Educación provincial. Por eso, allá se evalúa ampliar a tres el número de materias previas con las que se podrá pasar de año.
Por Silvia Barrojo
Diario La Nacion, 7 de febrero de 2010
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